
Se pone una cebolla recién cortada por la mitad en el buró del niño para que respire los vapores por la noche, lo cual les calma la tos, esto se debe a elevada cantidad de compuestos ricos en azúfre lo cual la convierte en un maravilloso antibiótico, además de que ayuda a fluidificar las flemas. El único inconveniente será el olor de cebolla que quedará en la habitación al día siguiente, pero con ventilar muy bien se resolverá.